viernes, 20 de mayo de 2011

20 de mayo de 2011, Evangelio del día, San Bernardino de Siena

Hechos 13,26-33: “Resucitando a Jesús, Dios ha cumplido la promesa que nos hizo”
Salmo 2: “Jesucristo es el rey de las naciones. Aleluya”
San Juan 14,1-6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”


Tomás, el de las dudas y de las pruebas, desde la última cena manifiesta sus inquietudes y se descubre preocupado porque no entiende el camino de Jesús. Nada hay tan difícil en la vida de una persona como la duda. Cuando se ha decido a seguir un camino podrá afrontar las dificultades y los problemas, pero si no sabe a dónde va ¿cómo encontrará fuerzas para iniciar el camino? Las palabras de Jesús son certeras al pedir que no se pierda la paz. Podrá haber muchos contratiempos y hasta fracasos, podrán aparecer malos entendidos y amenazas, pero si tenemos muy claro nuestro objetivo los podremos superar. La gran dificultad estriba en que muchas veces estamos como Tomás: indecisos, sin saber el camino y sin ni siquiera saber a dónde va Jesús. Quisiéramos llevarlo por nuestros propios caminos y utilizarlo para nuestros negocios e intereses, quisiéramos que su mesianismo estuviera a nuestra medida y reducirlo a nuestros proyectos. Pero Jesús tiene muy clara su misión a tal grado que Él mismo se nos manifiesta como el camino, como la verdad y como la vida. Tomás ha convivido con Jesús pero no ha descubierto todavía toda la verdad y está en un mar de dudas. Se requiere dejar todo para seguir a Jesús. Se necesita cambiar el corazón para entender sus caminos. Y se necesita mucha fe y mucha esperanza para luchar por una habitación en la casa del Padre. Nos atamos a nuestras pequeñeces que esclavizan nuestro corazón. Resuenan las palabras de Jesús: el que quiera seguirme, que deje todas sus cosas, que venda lo que tiene, dé su dinero a los pobres, tome su cruz y me siga. ¿Seremos capaces de ir por el camino de Jesús?

+ Enrique Díaz Díaz
Obispo Auxiliar de San Cristóbal de las Casas

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