lunes, 9 de mayo de 2011

Las madres, indispensables para mejorar la vida

El 10 de mayo es un día que no olvidamos los mexicanos, pero tenemos que ir más allá de la comercialización y de expresiones afectivas pasajeras para reflexionar, fortalecer y agradecer la misión de estas mujeres como Dios las ha creado y entregado al mundo. Mi felicitación y reconocimiento a todas las madres en su día.


Toda persona está hecha para amar y ser amada, pero las madres nos muestran que para amar hace falta creer en serio en los demás, que lo importante es tener un grande ideal por el cual vivir y afrontar todas las dificultades y pruebas, que hay que amar sin preguntarse si nos lo agradecerán.

Con su amor sin condiciones, generoso y sacrificado se parecen a Dios. Las madres están en estrecha relación con el nacimiento y el desarrollo humano de los miembros de la familia; su labor y presencia es determinante, son el pilar que le da calor y cohesión al hogar; a pesar de las dificultades, sostienen la comprensión y la unidad; sufren más, se preocupan y lloran por el hijo enfermo, el desorientado o extraviado; son portadoras de una enorme capacidad para levantar, para curar y dar vida, son medicina en el dolor y estímulo para la superación; no es difícil constatar que cuando falta la madre, la familia se desintegra; por eso las madres pueden cambiar y mejorar la vida y el mundo de sus hijos.

Lo que más alimenta la vida auténtica y cultiva motivos sólidos es la fe en Dios; una fe consciente fundamentada por la catequesis, vivencial alimentada por la oración y los sacramentos, testimonial por la fraternidad y la integración en la comunidad eclesial; esta vida de fe se inicia en el hogar. En la tarea de transmitir la fe, la cultura y las tradiciones del pueblo, las madres son más efectivas que cualquier escuela, que muchos programas oficiales porque ellas lo hacen con amor, con paciencia heroica y con el ejemplo diario. Una madre es maestra de idiomas y transmisora de cultura aunque carezca de títulos y tenga limitaciones, logra siempre que sus pequeños aprendan su idioma y asimilen su cultura sin mayor esfuerzo.

Reconozcamos y agradezcamos también la maternidad espiritual de aquellas mujeres que sin tener hijos de su vientre ejercen un amor maternal de protección y cuidado por los demás: la hija que decide permanecer soltera para atender amorosamente a sus hermanos y padres ancianos, las tías entregadas a la familia que suelen ser el apoyo de todos, las religiosas que por Dios se dedican en cuerpo y alma sirviendo y dando amor a sus hermanos.

Las madres nos muestran que la mujer puede aportar mucho para humanizar nuestra sociedad; esto exige de todos, por una parte, defender y fortalecer la dignidad de la mujer y su maternidad y, por otra, impulsar su participación activa en todos los campos de la sociedad. Sin las madres nunca podremos sanar ni levantar la vida en Oaxaca.

Que la Santísima Virgen, Madre de Dios y madre nuestra, cuide y bendiga a todas las mujeres, a todas las madres. ¡Felicidades!.

Con mi saludo y bendición para todos.

+ José Luis Chávez Botello
Arzobispo de Antequera-Oaxaca    

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