Me resulta muy significativo e importante compartirles que durante la semana tuvimos el encuentro bimensual con el presbiterio de Acapulco y retomamos con los sacerdotes el compromiso que la Arquidiócesis de Acapulco ha asumido para la construcción de la paz como expresión de su misión evangelizadora.
Poco a poco seguimos avanzado en las acciones que nos van capacitando para darle a toda la acción pastoral una decidida orientación a favor de la paz. Después de la creación de la Comisión Diocesana de Justicia, Paz y Reconciliación, que está elaborando una estrategia eclesial para la construcción de la paz que incluirá a todos los organismos eclesiales, queremos que continué animando los diversos esfuerzos en las parroquias y en los decanatos en favor de la paz, a través del análisis de la violencia en sus diferentes expresiones y proponiendo alternativa diferentes en la construcción de la paz.
También tenemos el empeño en la formación y capacitación de los agentes de pastoral, sobre todo de los sacerdotes para que desarrollen sus capacidades y participen de una manera creativa y consciente desatando procesos locales que contribuyan a la superación de las situaciones de violencia. En este sentido, queremos convertir a las parroquias en espacios natos donde se construya la paz mediante todas las diferentes actividades que se realizan como anuncio de la palabra, celebraciones litúrgicas y servicios o expresiones de caridad; además de favorecer actividades concretas como oraciones, escuelas de educación para la paz, marchas, veladas juveniles, visitas domiciliarias, atención a los jóvenes, a las mujeres, a los niños y adolescentes. Les he pedido a los sacerdotes que la celebración de los sacramentos, la catequesis, la predicación, la organización de la caridad y todas las demás acciones parroquiales, sean realizadas con una consciente e intencional orientación hacia la paz.
Por otra parte, quiero insistir en que desde la Iglesia católica queremos impulsar que la construcción de la paz sea tarea de todos. Por ello, queremos hacer lo que nos toca y animar a todos los sectores de la sociedad civil, a las organizaciones sociales y educativas y culturales y autoridades civiles y a todas las instituciones a que contribuyan desde sus propios espacios de acción.
Llamados al cese de la violencia.
En días pasados, el gobernador del estado hizo un llamado a los grupos criminales a dirimir sus rencillas de otra forma evitando tanto desangramiento, llamado que provocó diversas reacciones en los ámbitos políticos y sociales. Si la violencia ha estando causando estragos, es deseable y conveniente que la autoridad se pronuncie y llame a quienes la generan al cese de sus acciones delictivas que carcomen la convivencia social. Es evidente que los llamados no son suficientes y se necesita pasar a las acciones para detener las olas de violencia que se han vuelto tan cotidianas. Los ordenamientos legales que regulan la actuación de los gobiernos federal, estatal y municipal, establecen las facultades de cada uno para que contribuyan al bienestar público. De esta manera, los gobiernos debieran actuar en sus respectivos campos de competencia cumpliendo sus responsabilidades que seguramente incidirán en la construcción de la paz. Si la violencia tiene factores sociales, políticos, económicos y culturales, toca a las autoridades intervenir para desactivar la violencia desde sus causas. La lucha contra la pobreza, la educación, la transparencia y la rendición de cuentas, la promoción del empleo, entre otras acciones, contribuirían de manera sustancial a la disminución de la violencia.
Una demanda social a las autoridades es que cumplan su papel sin otro ánimo que la construcción de la paz, muy distante de protagonismos políticos y de rencillas entre los diversos niveles de gobierno. El pueblo espera la necesaria coordinación entre los gobiernos y una estrategia integral que aborde los diversos factores de la violencia. La autoridad debiera alentar la participación de la sociedad con sus diversos sectores para el trabajo por la paz y apoyar iniciativas sociales que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de la población. Por tanto, es necesario hacer llamados a favor de la paz, al tiempo que se oriente toda la acción gubernamental y de la sociedad a la construcción de la paz, quitando las causas que la generan.
+ Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Acapulco
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