lunes, 16 de mayo de 2011

Mensaje de Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México, a los Caballeros de Colón en la V Convención Anual del Estado México Sur


Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús,

Me complace dirigirme a todos ustedes con el fin de patentizarles, por este medio, mis mejores votos por el éxito de su V Convención Anual de Caballeros de Colón del Estado México Sur, y para ratificarles mi fraterna comunión espiritual.
Que las luces del Espíritu Santo les sean abundantes y que las gracias que el Señor quiera concederles a lo largo de estos días, produzcan benéficos frutos para sus personas, para la Iglesia y para la sociedad.
 
Reunidos en el nombre del Señor Jesús, cada asamblea anual debe representar para cada uno de ustedes ocasión propicia para revisar y evaluar, y para dinamizar su compromiso de manera siempre nueva, -porque atentos a los “signos de los tiempos”-, en favor de los nobles ideales de fraternidad y de servicio concebidos por su fundador, el siervo de Dios padre Michael McGivney. 

En su mensaje "Urbi et Orbi" del pasado Domingo de Resurrección, el Santo Padre Benedicto XVI decía que: “Cristo resucitado camina delante de nosotros hacia los cielos nuevos y la tierra nueva (cf. Ap 21,1), en la que finalmente viviremos como una sola familia, hijos del mismo Padre”. Y continuó diciendo que: “Él está con nosotros hasta el fin de los tiempos. Vayamos tras Él en este mundo lacerado, cantando el Aleluya. En nuestro corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y lágrimas. Así es nuestra realidad terrena. Pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Por eso cantamos y caminamos, con la mirada puesta en el Cielo, fieles a nuestro compromiso en este mundo”. 

Cantar y caminar con la mirada puesta en el cielo, mientras llevamos a cabo, cada uno desde su específica realidad, nuestro compromiso en este mundo. Maravillosas palabras con las que el Papa no hace sino recordar a los creyentes, discípulos y misioneros de Cristo, su vocación a la santidad. Santidad que se vive, se expresa y se robustece en el caminar existencial, al abrazar al unísono y radicalmente su dimensión vertical: con la mirada puesta en el cielo, y su dimensión horizontal: fieles a nuestro compromiso en este mundo.

Qué importante es, por ello, que cada Convención se manifieste como lo que debe ser: circunstancia propicia y punto de partida hacia una renovada y profunda renovación espiritual como fundamento de las innumerables iniciativas que los Caballeros de Colón llevan a cabo en apoyo de la tarea de la Iglesia.

No puedo, por lo mismo, sino exhortarlos a hacer todo lo que está de su parte, individual y grupalmente, por permitir que día a día sea el Espíritu divino quien, encontrando mentes y corazones permanentemente dispuestos, les proporcione inspiración y orientación en sus esfuerzos por cumplir las tareas y por afrontar los desafíos que se les presentan como miembros del laicado católico en esta nuestra nueva época, tan frecuentemente hostil a la Iglesia, y fortalezca su empeño por dar testimonio de Cristo y de trabajar con celo por la difusión de su reino en la tierra, desde la “obediencia a la verdad”.

S.E.R. William E. Lori, S.T.D., aludiendo en un reciente discurso dirigido a los Caballeros de Colón en Estados Unidos relativo a la libertad religiosa, a la “astuta mezcla de sutileza y presión pública” del Beato Juan Pablo II, precisaba quelo que él nunca hizo (Juan Pablo II), y lo que nosotros nunca debemos hacer, es poner en riesgo la verdad, porque si lo hiciéramos pondríamos en riesgo también nuestra libertad. Más bien, debemos proclamar la verdad con valentía. "¡No tengáis miedo!" nos dice Juan Pablo II desde su lugar en la eternidad, "¡Abrid las puertas de par en par a Cristo!", nos exhorta desde la casa del Padre. Ahora es nuestro momento, como líderes católicos comprometidos, tanto los ordenados como los laicos, de ser valientes en la defensa de nuestra Iglesia y en el anuncio del Nombre de Cristo, no como un problema religioso a ser sopesado sino como "la respuesta a la pregunta formulada por toda vida humana" (Juan Pablo II, Homilía en Oriole Park, Baltimore, octubre de 1995). Ahora es el momento para que nosotros edifiquemos, siguiendo el ejemplo del Papa Juan Pablo II, invitando y educando a nuevas generaciones de jóvenes líderes católicos que vayan más allá de cualesquiera impasse político y cultural del presente, y anuncien el Evangelio con nueva esperanza, visión y convicción; jóvenes que utilicen sus propios medios de comunicación y su propia experiencia de vida para proclamar ese Evangelio que es capaz de transformar el mundo”.

Con este espíritu, en comunión eclesial agradezco y exhorto a los Caballeros de Colón a dinamizar constantemente su compromiso a favor de la promoción de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa; y en este contexto, pido también yo a Dios que los ayude a que, en plena fidelidad a su carisma, no olviden, sino más bien intensifiquen, sus conscientes esfuerzos por ayudar a los jóvenes a encontrarse con Jesucristo Resucitado, ayudándoles, así, a comprender también que el sentido y el valor auténticos de la vida residen en la entrega generosa de sí a Dios y a los demás.

Juan Pablo II -ha dicho Mons. Lori-, nos enseñó que el amor al Señor Resucitado, que nosotros siempre experimentamos como misericordia, desata en el espíritu humano "todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza..." (Flp 4,8). Sostenidos por sus oraciones, unidos en la comunión de fe, esperanza y amor, ¡vivamos la verdad en la libertad y en el amor a fin de abrir de par en par las puertas a Cristo!” (S.E.R. William E. Lori, S.T.D). 
Muy queridas hermanas y hermanos: Con mis mejores votos, imploro sobre cada uno de ustedes y sobre la gran familia de los Caballeros de Colón la abundancia de las gracias divinas capaces de inspirarles un cada vez más vigoroso apostolado de servicio a la Iglesia y a la comunidad, que eficazmente ayude a la transformación de la sociedad según la voluntad de Dios, para bien y gloria de Cristo y de su Iglesia.

¡Que Dios les bendiga!

México, D.F., 12 de Mayo de 2011

+ Christophe Pierre
Nuncio Apostólico en México

No hay comentarios:

Publicar un comentario