En este mes de Mayo, mes en el que nuestra Patria y en otros lugares del mundo se celebra el Día de las Madres, no podemos olvidar que el amor de una madre es incomparable y sólo puede ser superado por el amor de Dios. La maternidad implica una gracia muy especial que la mujer recibe para abrirse a la vida, donde se realiza en el Don de sí misma.
Culturalmente para nosotros la presencia de la Madre es muy significativa por que nos transmite el Don de la vida, porque nos acompaña en nuestro caminar desde nuestros primeros pasos hasta el vernos avanzados en la formación, haciendo de nosotros hombres y mujeres de bien, y en algunos casos extraordinarios, acompañándonos hasta el último momento de nuestra existencia, entregándonos en las manos de Dios. En torno a la figura de la Madre se congrega la familia, comparte en los gozos y en las tristezas, alegrías y penas, luces y sombras; su papel es determinante en la formación de la conciencia moral y de la vivencia de fe. También en muchos hogares asume el liderazgo, pues se convierte en cabeza de familia haciendo las veces de Padre y Madre. En el ámbito laboral se desempeña como la mujer creativa, fuerte, generosa y sacrificada.
Nosotros tenemos un amor grande a nuestra Madre, pero por desgracia también se ciernen algunas sombras de muerte sobre la maternidad. En primer lugar debemos reconocer la gran amenaza que sufre la maternidad por el aborto deliberado, apoyado por las instituciones que lo promueven, y otro tipo de sufrimientos que aquejan a la Madre como la enfermedad, el abandono, el desamparo e incluso la viudez. También reconocemos que nuestra Madre es maravillosa aunque tenga sus limitaciones y defectos como todas las personas.
Mirando las páginas de la Sagrada Escritura creo que podremos darnos cuenta que Dios ha proyectado y dotado a su madre como la mejor creatura. El evangelista San Lucas nos dice:
“Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel, cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo, exclamó con voz fuerte:
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre. ¡Dichosa tú que creíste! porque se cumplirá lo que el Señor te anunció. (Lc 1,39-45)
“Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel, cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo, exclamó con voz fuerte:
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre. ¡Dichosa tú que creíste! porque se cumplirá lo que el Señor te anunció. (Lc 1,39-45)
¿De que nos habla San Lucas? pues nos habla de la visita que María hace a su prima Isabel, pero nos presenta algunos rasgos de la mujer Madre que quisiera compartir con el propósito de invitarles a todas ustedes Madres de familia, a vivirlos. Si ponemos nuestra atención descubriremos que María Madre sale al encuentro y servicio de la familia para dedicarle tiempo y para darle su amor. Esta me parece que es una de las tareas fundamentales de ustedes mamás, salir al encuentro de su familia de su esposo de su hijo, hija para dedicarles tiempo, atención, escucha, cariño, comprensión, es decir, darles amor.
Por otro lado, creo también que San Lucas nos muestra la sencillez de María Madre, como de aquella mujer que tiene fe en Dios, que espera el cumplimiento de sus promesas, y que desea generosamente colaborar en la construcción del reino de Dios, y ésta también es una tarea loable que debemos reconocer de nuestra madre, pues con su sencillez transmite no solo el Don de la vida, sino el Don de la fe, ya que las primeras oraciones y el creer, de ella lo hemos aprendido.
En este día tan especial para todos nosotros les invitamos a cuidar, promover y velar por el Don de la maternidad como respuesta a nuestros compromiso cristiano. También les pedimos que cuiden a este ser maravilloso por el cual recibimos el Don de la vida, pero no solo al ser que nos ha llevado en su vientre, sino también por aquellos seres que nos han recibido en su corazón y han hecho las veces de la madre en nuestra vida.
Queremos pedirles a todos los cristianos bautizados y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a que no olvidemos en nuestras plegarias y oraciones de este y todos los días a las mamás para que Dios les conceda su ayuda para educar en los valores a sus hijos, atender con generosidad el trabajo dentro y fuera de casa, y ser ejemplo a seguir; así también por las madres que se nos han adelantado y duermen del sueño de la paz para que el Señor les conceda los gozos eternos.
Invocando la bendición de Dios sobre ustedes les reiteramos nuestra FELICITACIÓN POR ESTE SU DÍA!
En Cristo Buen Pastor
En Cristo Buen Pastor
+ Francisco Javier Chavolla Ramos
Obispo de Toluca
Responsable de la Dimensión Episcopal de Familia
Obispo de Toluca
Responsable de la Dimensión Episcopal de Familia
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