jueves, 12 de mayo de 2011

La oración responde al deseo que el ser humano tiene de Dios

En la audiencia general de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa continuó reflexionando sobre "cómo la oración y el sentido religioso forman parte del ser humano durante toda su historia".


El Santo Padre dijo que en nuestra época "Dios parece haber desaparecido del horizonte de muchos, (...) pero al mismo tiempo, existen muchos signos que nos indican un despertar del sentido religioso".

"Pensando en la historia reciente, ha fracasado la previsión de quien, desde la época del Iluminismo, preanunció la desaparición de las religiones y exaltó una razón absoluta, separada de la fe".

Tras poner de relieve que "no ha habido ninguna gran civilización, desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días, que no haya sido religiosa", Benedicto XVI subrayó que "el ser humano es religioso por naturaleza. (...) La imagen del Creador está impresa en su ser y siente la necesidad de encontrar una luz para dar una respuesta a los interrogantes sobre el sentido profundo de la realidad; una respuesta que no puede encontrar en sí mismo, en el progreso, en la ciencia empírica".

"El hombre sabe que no puede responder por sí solo a la necesidad fundamental de entender. Por mucho que piense que es autosuficiente, experimenta que no es así. Tiene necesidad de abrirse a otra cosa o a alguien que pueda darle lo que le falta, debe salir de sí mismo e ir hacia Aquel que es capaz de colmar la amplitud y la profundidad de su deseo".

El Papa explicó que "el hombre lleva en sí una sed de infinito, un anhelo de eternidad, una búsqueda de la belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz y de verdad, que lo impulsan hacia el Absoluto; lleva en sí el deseo de Dios. Sabe, de alguna manera, que puede dirigirse a Dios, que puede implorarle. Santo Tomás de Aquino, uno de los más grandes teólogos de la historia, define la oración como "expresión del deseo que el hombre tiene de Dios".

Refiriéndose a la oración, el Santo Padre señaló que "es una actitud interior, antes que una serie de prácticas y fórmulas, una forma de ser ante Dios, antes que la realización de actos de culto o la pronunciación de palabras. La oración tiene su centro y hunde sus raíces en lo más profundo de la persona; por eso, no es fácilmente descifrable, y, por la misma razón, puede ser objeto de malentendidos y manipulaciones. (...) La experiencia de la oración es un desafío para todos, una "gracia" que hay que invocar, un don de Aquel a quien nos dirigimos".

"En la oración, (...) el ser humano experimenta que es una criatura necesitada de ayuda, incapaz de autorrealizarse y de la propia esperanza.

(...) Orienta su propia alma a aquel Misterio del que espera el cumplimiento de los deseos más profundos y la ayuda para superar la indigencia de la propia vida. En ese mirar a Otro, en ese dirigirse "más allá", se halla la esencia de la oración, como experiencia de una realidad que supera lo sensible y lo contingente".

Benedicto XVI afirmó que "aunque el ser humano se olvide de su Creador, el Dios vivo y verdadero no cesa de llamar al hombre al misterioso encuentro de la oración".

"Aprendamos a pasar más tiempo ante Dios, ante Dios que se ha revelado en Jesucristo, aprendamos a reconocer en el silencio, dentro de nosotros mismos, su voz que nos llama y nos reconduce a la profundidad de nuestra existencia, a la fuente de la vida y de la salvación, para superar -terminó- el límite de nuestra vida y abrirnos a la medida de Dios, a la relación con Él, que es Amor Infinito".

Fuente: VIS

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