domingo, 29 de mayo de 2011

La Iglesia comprometida en la formación de mejores sacerdotes para el México de hoy

Mons. Víctor René Rodríguez Gómez, Secretario General de la CEM, nos da a conocer el contenido principal que abordarán los Obispos mexicanos en la Asamblea Plenaria que se desarrollará del 30 de mayo al 3 de junio.

Durante la 91 Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano, reuniones en la que participan los Obispos de México dos veces al año para tratar los temas de interés que faciliten el ministerio pastoral de los obispos al frente de las 91 diócesis de nuestro país, el tema que trataremos de manera puntual es la formación permanente de los sacerdotes y seminaristas, acorde a las necesidades del tiempo actual. El objetivo es, desde la realidad y la necesidad que existe para brindar la mejor formación a los sacerdotes para bien de nuestro país; conocer las expectativas, elaborar los caminos y tener las estrategias suficientes para la formación inicial de nuestros seminarios y para la formación permanente del presbiterio en las distintas diócesis.

Tendremos la oportunidad de constatar que nuestro mundo ha cambiado y esto viene a generar un desafío ante las circunstancias actuales en la que los sacerdotes deben desarrollar su ministerio, circunstancias que están más encaminadas e inmersas en lo temporal, rápido e inmediato, y por lo mismo, una vocación de servicio, de generosidad, de entrega, como debe ser el servicio sacerdotal, tiene distintas situaciones de cuestionamiento.

La propia formación inicial que se da dentro de la familia no tiene las condiciones que pudieran ser hoy en día, las más ideales para formar a alguien en la escuela de la fe y de la caridad; por lo tanto, tenemos que atender de una manera muy especial a la formación de los candidatos al sacerdocio para una época y para el momento actual, donde se requiere una formación específica. En nuestros seminarios debemos tener cuidado tanto en la selección de los candidatos como en una formación fundamentada en la fe, porque la fe es la que ha de determinar las condiciones para asumir el ejercicio pastoral en este tiempo concreto que nos toca vivir.

Los cambios que estamos experimentando  en México y que afectan a la sociedad en todos sus niveles, requieren una atención adecuada para la formación permanente de los sacerdotes y son condiciones que tenemos que tener muy en cuenta tanto para la convocatoria como para la formación de los seminaristas futuros pastores de nuestro pueblo. ¿Cómo en este ambiente podemos tener la motivación suficiente para que el seminarista, como candidato para el sacerdocio, llene su vida de fe y de esperanza, y pueda mirar el mundo de una forma más trascendente? ¿Cómo puede abrazar el celibato sacerdotal, no como una carga, sino como una opción de libertad plena para poder servir también con todas sus capacidades, con todo su tiempo y con toda su preparación, con una gran caridad pastoral en el futuro de nuestro pueblo?

En nuestra época reciente hemos sido testigos de distintos problemas por faltas a la moral, de algunos de nuestros sacerdotes y que tiene que ver sin duda con la falta de claridad en su opción vocacional, tiene que ver con ciertos vacios humano y espirituales que de alguna manera se llenan con caminos equivocados. En esta situación tan delicada, la Iglesia no ha querido disimular, por el contrario, ha querido entrar a la raíz de los problemas y siguiendo las directrices del Papa, ha preferido ser insistente en la atención pastoral de los mismos sacerdotes y en la atención de las víctimas que han padecido las conductas erróneas de algunos ministros de la Iglesia.

En este sentido, sabemos la necesidad de una formación permanente, espiritual, humana, teológica, para que los sacerdotes puedan responder ante la situación de nuestro mundo, a las necesidades pastorales que la sociedad de hoy demanda, siempre inspirados por el Evangelio y siempre fieles al ministerio que nos ha sido confiado.

Siguiendo las directrices del Papa, seremos muy cuidadosos tanto en la selección de los candidatos al sacerdocio como en la formación que se brinde en nuestros seminarios, y también, sin duda alguna, en la formación permanente de los sacerdotes para que puedan responder a la vocación a la que han sido llamados.

Los obispos estamos comprometidos en acompañar la formación tanto de nuestros seminaristas como de nuestros sacerdotes, por lo que esta Asamblea nos dará oportunidades, caminos y compromisos, para generar una formación cada vez más plena, completa y adecuada según las necesidad de los futuros pastores que están actualmente en los seminarios y de los pastores que desempeñan su ministerio en el servicio de las comunidades cristianas.

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