Homilía V Domingo de Pascua Ciclo A
1.- INTRODUCCIÓN.
Hemos avanzado ya, recorriendo gran parte del tiempo llamado la Cincuentena Pascual. Este tiempo en nuestra liturgia nos ha mantenido en la paz, el gozo y en la luz de Cristo Resucitado.
Este tiempo nos brinda descubrir a la luz de nuestra fe, la verdadera personalidad de Jesús y su misión salvadora, indicándonos cómo al seguirle nos conduce hacia la casa del Padre con la guía y el amor del Espíritu Santo. Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, fuera de su mediación no existe salvación en el tiempo y para la eternidad. Nuestra existencia en este mundo es fugaz y relativamente corta. Es única como real posibilidad de salvación, rescatados por Dios mismo de las desviaciones que los hombres solemos aceptar, apartándonos del verdadero camino que nos libra de perdernos ahora y para siempre. Nuestro vivir es Jesucristo. Él nos adelanta, al seguirlo por este mundo, la gloria eterna que nos ha conquistado con los méritos de su pasión, muerte y gloriosa resurrección.
Este tiempo nos brinda descubrir a la luz de nuestra fe, la verdadera personalidad de Jesús y su misión salvadora, indicándonos cómo al seguirle nos conduce hacia la casa del Padre con la guía y el amor del Espíritu Santo. Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, fuera de su mediación no existe salvación en el tiempo y para la eternidad. Nuestra existencia en este mundo es fugaz y relativamente corta. Es única como real posibilidad de salvación, rescatados por Dios mismo de las desviaciones que los hombres solemos aceptar, apartándonos del verdadero camino que nos libra de perdernos ahora y para siempre. Nuestro vivir es Jesucristo. Él nos adelanta, al seguirlo por este mundo, la gloria eterna que nos ha conquistado con los méritos de su pasión, muerte y gloriosa resurrección.
2.- JESUCRISTO ES EL ÚNICO MEDIADOR QUE NOS CONDUCE AL PADRE.
En el evangelio de hoy, tomado de San Juan, Jesús dice a sus discípulos: “No pierdan la paz, si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se los habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes y ya saben el camino para llegar al lugar a donde yo voy”. Cuando los discípulos oyeron esta revelación que Cristo les hacía, el apóstol Tomás le interrogó, haciéndole una pregunta fundamental y decisiva: “Señor no sabemos a donde vas ¿cómo podremos saber el camino? Jesús le respondió: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí”.
He aquí manifestada la única mediación de Cristo para conducir a los hombres a la presencia definitiva y eterna del Padre. Jesús se autodefine:
1º.- Como el único camino que da proyecto y sentido a la vida de todos los que crean en Él. Es más, Él es el camino al cual conducen todos los caminos de los hombres para quienes es necesario unir esos caminos con el único y verdadero que da sentido a nuestras vidas irrepetibles e irreversibles mientras caminamos por este mundo hacia nuestro destino y meta finales: estar con el Padre para siempre, llenos de paz y gozo que nunca morirán.
2º.- Jesús es la verdad única y total que los hombres necesitamos para dar sentido feliz a todos los días de nuestra presencia en este mundo. Se dan, mientras avanzamos por este planeta, muchas “verdades” que son producto de ideologías y modos de ver y llevar a cabo los trabajos y fatigas que exige nuestra existencia terrena, pero que producen desviaciones y equivocaciones, que llevan al pecado, a la desgracia y a la muerte. Jesús es la única verdad que salva, dignifica y lleva a la total plenitud la libertad de los hijos de Dios.
3º.- Jesús es la vida misma que con los méritos de su Pascua nos ha dado en abundancia. Vida divina y humana como plenitud perfecta, luminosa y sin sombras de pecado, amargura, lágrimas, desolación y muerte. Vida que los hombres muchas veces sin saberlo, pero que en medio de las obscuridades y bajo las insidias del maligno y las pasiones desordenadas, buscan y se afanan por conquistar. En el fondo de las almas y sus conciencias, está el designio divino, expresado admirablemente por San Agustín de Hipona, cuando nos enseña que Dios hizo nuestros corazones para Él y que éstos estarán siempre inquietos hasta que descansen en Él.
3.- CONCLUSIÓN.
Definitivamente Jesús es la revelación del Padre: “Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre”.
¿De qué manera manifiesta Cristo al Padre?...A través de su vida y sus obras que debemos asimilar e imitar. Realizando las obras de amor y misericordia, asistiendo a los hermanos que están necesitados, perdonando las ofensas. Promoviendo la paz, la concordia, la justicia y la verdadera fraternidad con el impulso de la fe que nos hace descubrir en nuestros semejantes la presencia del mismo Cristo y de su Padre.
¡Oremos en este día, para que con nuestras vidas y sus obras, no dejemos de ser testigos de la ternura y el amor de Dios uno y trino!...
Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, a 22 de mayo de 2011.
+ Fernando Mario Chávez Ruvalcaba
Obispo Emérito de Zacatecas
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