Homilía para el IV Domingo de Pascua
INTRODUCCIÓN
La lectura del Evangelio de este Domingo trae los versículos iniciales del capítulo diez de San Juan, que contiene la parábola llamada “del Buen Pastor”.
El pasaje completo se lee a lo largo de tres años, cada cuarto Domingo de Pascua. Por esto a este domingo se le conoce también como el Domingo del Buen Pastor. Debido al profundo vínculo existente entre Jesucristo, el Buen Pastor, y todo sacerdote suyo, el Papa Pablo VI decretó que en este mismo domingo se llevara a cabo una jornada mundial de oración por las vocaciones al sacerdocio, extendiendo la oración también a todos aquellos que están llamados a la vida consagrada.
Las lecturas de hoy y las oraciones de la Misa, apuntan claramente a la imagen de Cristo como el Buen Pastor. Es una imagen muy sugerente, escogida por el mismo Jesús, que resume elocuentemente la misión que él asumió mientras estaba entre nosotros y que, glorificado a la derecha del Padre, continúa cumpliendo para con la Iglesia peregrina: velar por su rebaño y conducirlo al Reino. Este año, el evangelio de Juan destaca la presentación de la “puerta” para poder entrar al redil de las ovejas, así como también la relación personal entre Pastor y ovejas. Termina con una revelación sorprendente: ese Pastor ha venido a darnos vida en abundancia.
1.- «YO SOY LA PUERTA: quien entra por mí se salvará»
Jesús propone a un grupo de fariseos un relato metafórico en el que critica con dureza a los dirigentes religiosos de Israel. La escena está tomada de la vida pastoril. El rebaño está recogido dentro de un aprisco, rodeado por un alambrado o un pequeño muro, mientras un guarda vigila el acceso. Jesús centra precisamente su atención sobre esa «puerta» que permite llegar hasta las ovejas.
Hay dos maneras de entrar en el redil. Todo depende de lo que uno pretenda hacer con el rebaño. Si alguien se acerca al redil y «no entra por la puerta», sino que salta «por otra parte», es evidente que no es el pastor. No viene a cuidar a su rebaño. Es «un extraño» que viene a «robar, matar y hacer daño».
La actuación del verdadero pastor es muy diferente. Cuando se acerca al redil, «entra por la puerta», va llamando a las ovejas por su nombre y ellas atienden su voz. Las saca fuera y, cuando las ha reunido a todas, se pone a la cabeza y va caminando delante de ellas hacia los pastos donde se podrán alimentar. Las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.
¿Qué secreto se encierra en esa "puerta" que legitima a los verdaderos pastores que pasan por ella y que desenmascara a los extraños que entran «por otra parte», no para cuidar del rebaño sino para hacerle daño? Los fariseos no entienden de qué les está hablando aquel Maestro.
Entonces Jesús les da la clave del relato: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas». Quienes entran por el camino abierto por Jesús y le siguen viviendo su evangelio, son verdaderos pastores: sabrán alimentar a la comunidad cristiana. Quienes entran en el redil dejando de lado a Jesús e ignorando su causa, son pastores extraños: harán daño al pueblo cristiano.
2.- LAS OVEJAS LO SIGUEN, PORQUE CONOCEN SU VOZ
Jesús habla de unas "ovejas" muy "personalizadas". No como un número más en el rebaño, sino como alguien - hombre, mujer- que tiene una relación muy personal con Jesucristo. Porque dice: "escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen". No basta en absoluto formar parte del rebaño.
Lo que Cristo plantea es la exigencia de una relación personal: escuchar su voz. Cada uno, cada uno de nosotros -para ser cristiano- no puede contentarse con ser miembro de la Iglesia (venir a misa, cumplir los preceptos, etc.) sino que hay algo mucho más importante, también más difícil pero también más humano, más enriquecedor: saber escuchar personalmente la voz de Jesús, su palabra de vida, su llamada a reconocerle vivo y actuante en nuestra vida de cada día. Es una relación personal. Es una relación personal que tiene una base, un fundamento en el que a menudo no pensamos.
Pero lo afirma el Señor "Yo las conozco". Esto es muy importante. Incluso más importante que sentirse miembro del "rebaño". Lo mas importante, el principio y fundamento de nuestra vida cristiana es atrevernos a aceptar este gran misterio del amor de Dios: Cristo nos conoce -y nos conoce con amor total- y por ello podemos seguirle. Porque sólo puede seguirse –es decir, confiar la vida, entregar la vida- a quien te conoce y ama. Con un conocimiento y amor personal, de cada uno de nosotros, que nada –ni nuestro mayor pecado- puede destruir.
3.- YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA Y LA TENGAN ABUNDANTE.
Para entender bien el texto del evangelio de este domingo es bueno conocer el contexto del texto. Jesús acababa de curar al ciego de nacimiento y los fariseos habían expulsado de la sinagoga al ciego y se habían enfurecido cuando éste se atrevió a confesar, delante de ellos, que Jesús era el enviado de Dios. La parábola del Buen Pastor va dirigida directamente a los fariseos, que se creían y se llamaban a sí mismos auténticos guías y pastores del pueblo de Israel.
Ellos, los fariseos, en lugar de guiar y dar vida a la gente lo que hacían era desorientarla; por eso las ovejas, el pueblo, no les seguía, ni conocía su voz. Él, Cristo, les guía con su palabra y con su ejemplo y les da vida abundante, su propia vida. Él es la puerta segura por donde deben entrar todos los que quieran encontrar a Dios.
Al ciego de nacimiento Cristo le había dado la luz de los ojos del cuerpo y el ciego de nacimiento, abriendo de par en par los ojos del alma, había reconocido en Jesús al enviado de Dios. Los fariseos habían hecho de la religión un conjunto amplio y pesado de normas y leyes; la religión de Jesús, en cambio, consistía en dar vida abundante, su propia vida.
Por eso, él era el Buen Pastor. La religión de Jesús, el cristianismo, no es un conjunto de normas; la religión de Jesús es su persona, su vida, una vida dada y entregada por amor. Jesús quiere que todas las personas tengamos vida y la tengamos abundante; si nosotros nos dejamos guiar y seguimos el ejemplo de este Buen Pastor, gastando y desgastando nuestra vida por amor, “nos salvaremos y podremos entrar y salir, y encontraremos pastos”. Los guías de Israel no hacen uso de la puerta, es decir, no aceptan a Jesús. Este es su pecado, al que siguen aferrados.
4.- A MODO DE CONCLUSIÓN
Para poder entrar en la vida de Dios es necesario creer en Jesús, aceptarlo como el Buen Pastor, acogerlo como la Puerta que se abre y nos permite llegar al misterio de Dios. Cristo nos conduce hacia la vida verdadera, hacia la fuente de agua viva que sacia nuestra sed para siempre. Cristo nos toma de la mano para hacer la gran travesía desde este mundo al mundo de Dios. No nos separemos de Cristo porque nos perdemos.
Cristo es el Buen Pastor que sale en busca de cada uno de nosotros- también de ti- cuando uno se ha perdido, cuando uno se siente desanimado, cuando uno se ve solo, abandonado, herido, cuando uno observa que el fracaso está a su lado, cuando el sufrimiento se apodera de él, cuando las lágrimas brotan de su corazón, de sus ojos…
No pierdas la esperanza. Contempla con fe y amor a Jesús y pídele su ayuda; pon en Él toda tu confianza ya que Él no te abandona. Verás cómo renacen la alegría y la esperanza en ti.
+ Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche
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