viernes, 20 de mayo de 2011

Homilía para el Domingo V de Pascua: Para descubrir a Jesús como camino, verdad y vida se necesita un encuentro personal con él

INTRODUCCIÓN

El texto evangélico de hoy nos lleva a la cumbre del pensamiento cristológico de San Juan. Uno no puede menos de asombrarse ante la novedad y profundidad de esta revelación, que nos descubre el misterio de la singular relación de Jesús con el Padre.
Este es el tema central. Nos aproxima, al mismo tiempo, a la delicada sensibilidad humana de Jesús con sus discípulos, que estaban muy turbados en aquella noche de despedida. Judas abandona el cenáculo, Jesús profetiza la traición de Pedro.

Podemos imaginar el estupor de la comunidad ante estos hechos. Suena la alarma en los corazones. En este clima de tensión y malestar, Jesús va a hacer la declaración más escandalosa para los oídos judíos: proclamar su identidad con el Padre. Jesús se identifica con Dios. Así termina el debate con los "resistentes" de la Antigua Alianza.

Con riesgo de su vida Jesús mantiene su rango de igualdad con el Padre, de quien es la presencia viva en la tierra: "Felipe, quien me ha visto a mí, ha visto al Padre". Este episodio del Evangelio de hoy forma parte del discurso de adiós de Jesús, conocido también como "Testamento de Jesús".

1. - "No se turbe su corazón".

Es normal una experiencia de  tristeza y turbación cuando la persona querida está a punto de dejarnos. El Maestro se preocupa de exorcizar de sus propios amigos el miedo, ha querido inmunizar su corazón contra la "turbación." Y, con este objetivo, precisa que su partida no es una separación definitiva o una separación irremediable. Se trata, más bien de un alejamiento que no determina una ausencia o un vacío sino una presencia diferente, escondida.

Además debemos tomar en cuenta que Cristo no se va por su propia cuenta. El "Precede" los suyos. Va a tomar posesión de un morada definitiva, de un sitio, también para ellos. Asegurándoles: "volveré' y los llevaré conmigo, para que "estén dónde estoy yo". Jesús revela el misterio acerca de su meta. No va hacia un lugar indeterminado, sino  hacia un Persona: "Yo voy al Padre". Y este punto de llegada, que es una Persona, no es inaccesible para los discípulos. También ellos, por lo tanto, a través el "camino" que es Cristo, se encaminan hacia el Padre.

El Padre ya no es más un desconocido. Ya han tenido la posibilidad de contemplar de su rostro: "Quién me ha visto ha visto el Padre". Consecuentemente a través de Jesús Dios invisible se nos manifiesta, por medio de Jesús tenemos acceso al Padre en una comunión llena de vida. Con esa intención Jesús se revela: ¡Yo soy el camino, la verdad y la vida"!

2.- "YO SOY LA VERDAD"

El ser humano está siempre a la búsqueda de la verdad: verdades parciales en la ciencia, verdades espirituales en la cultura, verdad de sentido en la religión. Se descubre cada vez más como un pequeño  punto de una pantalla más grande, fragmento de un misterio. Por ello está en busca de Dios. Hasta que no lo encuentra, el hombre vive inseguro, angustiado por su precariedad y temporalidad. Teme la muerte, enemiga de la vida. Por esto, a lo mejor inconscientemente, también va invocando a Dios como Felipe: "Señor, enséñanos el Padre y basta eso nos basta"!

A esta búsqueda sincera, Dios ha contestado, haciéndose visible y accesible en un hombre, el hombre llamado Jesús. "Quien me ha visto, ha visto al Padre. ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre me está en mí." Él es la imagen verdadera de Dios, él es la Verdad, como acostumbra a decir San Juan, es la manifestación real y concreta de Dios al hombre: "Si me conocéis, también conocéis al Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto." Todo lo que Dios quiso revelarle al hombre, lo ha hecho a través de Cristo: "Las palabras que yo les digo, no las digo por mí”.

"Todo lo que Dios quiere hacer por el hombre, lo hace a través de Cristo: "El Padre que está en mí cumple sus obras". En síntesis, al  final Jesús dirá: "Yo y el Padre somos una cosa sola", Jn 10,30.

El encuentro con esta verdad de Dios es decisivo para una vida. Se lee en efecto en la Escritura: "He aquí que pongo una piedra angular en Sión, elección fundamental y quién cree en ella no quedará confuso.

Honor pues a los que creen; para los incrédulos la piedra que los constructores han descartado se ha convertido en la piedra angular, piedra de tropiezo y piedra de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la palabra. Por eso Jesús nos exhorta a tener confianza en Él: "No se turbe vuestro corazón. Tened fe en Dios y también Tened fe en mi". SOY YO, los conduzco a Dios, y por lo tanto a la seguridad del sentido y la posesión de la vida.

3.- YO SOY EL CAMINO Y LA VIDA

"Yo soy la camino: nadie va viene al Padre si no a través de mí". Ahora es él el puente de acceso a Dios, el mediador. "A través de él han sido creadas todas las cosas, y a través de él todas han sido reconciliados con Dios". San Pablo resume así nuestra religión": Uno solo es Dios y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús".

Por ello Jesús hoy nos dice: "En la casa de mi el Padre hay muchos moradas. Yo voy a prepararles un sitio; cuando haya ido y les haya preparado un sitio, volveré y les tomaré conmigo, para que también vosotros estéis dónde este yo". Cristo es la  camino justo, el único, que conduce al verdadero Dios y a la vida con él: "Esta en efecto es la voluntad de mi Padre, que quienquiera que ve al Hijo y cree en él tenga la vida eterna; y yo lo resucitaré en el último día". Más claro todavía: porque en Cristo, Dios se ha hecho totalmente presente a los hombres, ahora habiendo  entrando en comunión con él, entramos en comunión con el Padre: "Si uno me ama, observará mi palabra y mi Padre lo amará y nosotros vendremos y haremos morada en él".

Ya desde ahora Dios vive con nosotros, dentro de nosotros, por Cristo, cuya señal eficaz llamativa es la eucaristía: "Yo estoy en el Padre y Uds. están en mí y yo en  vosotros". Hasta que "todos sean una cosa sola. Como tú Padre estás en mí y yo en ti, que también ellos en nosotros una cosa sola, para que el mundo crea que tú me has enviado". Ésta es la esencia de la vida cristiana: la anticipada intimidad con la Trinidad, que nosotros llamamos "vida de gracia", en espera de la vida de gloria" en el paraíso.

Así pues: "Yo soy la vida". Es cuestión de vida. De Dios la recibimos, con el pecado la perdemos, por un don gratuito podemos recobrarla, hasta su cumplimiento más allá de nuestros sueños, que es  "ser semejantes a Él". La vida no es mera subsistencia o calidad de vida puramente material; la vida es sentido, la vida es seguridad, la vida es esperanza, la vida es antelación y posesión de aquella suerte divina y eterna que es la única en dar garantía para superar la muerte y alcanzar la plenitud y felicidad total. Por esto san Pablo decía: ¡Cristo, vida nuestra! la fe es el único modo serio y lleno de  concebir y realizar la vida.

4.- "VOLVERÉ Y OS LLEVARÉ CONMIGO"

Toda la esperanza y la espera de  los Apóstoles y de la Iglesia se apoya en esta promesa, que, hay que  subrayar muy bien que, no es una promesa de un hombre sino una promesa del mismo Dios. Jesús se preocupa de alentarnos porque en el diálogo en el cual Tomás es el interlocutor interesado y Felipe el hombre  incapaz de sacar las consecuencias de las premisas de por sí bastante claras, Él, el Maestro, les revela (y por ende  a nosotros también) su más verdadera y profunda realidad. Jesús maestro, camino, verdad y vida, mientras parece dejarnos para volver al Padre, nos asocia con su obra de salvación, porque quiere que su vida, su verdad, sea camino de salvación por todos.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Una Persona: El Padre. Tomás necesita precisar indicaciones topográficas ("¿Cómo podemos conocer el camino?). Felipe, en cambio, cree que una visión fulminante solucionaría todos los problemas, aclararía todas las cosas "Señor,  enséñanos el Padre y eso nos basta". Jesús responde a ambos y les indica qué cosa les falta, ¿y a nosotros?, una mirada iluminada por la fe, es cuanto se necesita  para divisar, para descubrir en Él el camino que nos lleva al Padre.

La respuesta dada a Felipe, es una indicación para cada uno de nosotros: "desde hace mucho tiempo estoy con vosotros y tú no me has  conocido".

También Tomás es el prototipo de quienes quieren pisar siempre sobre terreno firme. No arriesga. La respuesta que Jesús le da suena más a propuesta: Si Él es el Camino, ya sabe por dónde hay que ir; si Él es la Verdad, ya sabe de quién ha de fiarse; si Él es la Vida, ya sabe por quién la entrega. Tomás y todos los demás discípulos, cuando se escribía esto, ya habían comprobado que descubrir a Jesucristo no viene de planteamientos teóricos, sino de un encuentro personal y  supone una adhesión incondicional. ¡Sabemos a dónde ir, de quién fiarnos y dónde está la vida!


+ Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche

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